"Querida Prima:
Pues sí, es muy lamentable lo que está sucediendo aquí, en Reynosa. Ya no es la misma ciudad en la que naciste y viviste tus primeros años. Ha crecido mucho y le han sucedido cosas que… mira lo que pasó hoy:
Esas gentes no perdonan nada, ni horarios, ni escuelas, ni personas, ni niños. Les vale un comino todo. Yo estuve oyendo la tirotiza desde como las nueve de la mañana hasta casi las doce.
También escuché varias explosiones Parecía que estábamos en guerra.
Tuve que salir, angustiada, a recoger a mi hijo a la secundaria, muy cerquita de donde se dio el tiroteo mayor. Ya te imaginarás lo que padecía, por mí y por mi hijo y por todos los niños y maestros y vecinos, y amigos, todos…
Me dice mi niño que en su salón de clases los alumnos y profesores se tiraron al suelo porque las balas pasaban volando.
Muchas calles estaban bloqueadas con autobuses, peseros, camiones de diferentes productos comerciales, y otros vehículos, sin chófer, ni gente. Los conductores habían sido asaltados, les quitaron las llaves, y pues ellos corrieron asustados para ponerse a resguardo.
Sucedió en toda la ciudad. Gente muerta en las banquetas. Balas perdidas, a cualquiera le pudo tocar la muerte. Heridos.
Después llegaron las sirenas de las ambulancias…
¿Y, ¿cómo te imaginas a los papás y las mamás? ¡Muertos de miedo!
Es terrible todo esto. Pedimos. ¡Exigimos protección!..."
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