Por pares
20 septiembre, 2011
  No tenemos precio, que mi familia está luchando por verdad

Crónica de Javier Hernández Alpizar

Alto a la guerra, no a la Ley de Seguridad

Denunciaron caso de falsos positivos

Pidieron libertad para twitteros presos

Xalapa es un “manantial de sangre y lágrimas”

“Lo más sagrado, nuestros hijos no les interesa”


XALAPA, VER.– Fueron entre tres y cinco mil personas, según las fuentes, quienes caminaron por la paz y realizaron un masivo mitin en Xalapa, la tarde noche del domingo 18 de septiembre.
 El mitin inició casi a las 8 de la noche, hora en que los medios impresos ya cerraron edición. A pesar de que la Caravana llegó con retraso, después de las 6 de la tarde, y el recorrido fue largo desde Palo Verde a la Plaza Lerdo, donde ya los esperaba una plaza llena, fue multitudinario el acto público del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, el más grande hasta el momento de una que recorrió estados como Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Tabasco.
 En Palo Verde los esperaban ya los organizadores, el Comité Xalapeño por la Paz, estudiantes y muchos ciudadanos, especialmente algunas víctimas cuyas hijas e hijos han sufrido desaparición en Xalapa y el puerto de Veracruz.
La caravana llegó en decenas de autobuses, más de 600 personas, y caminaron, mientras se sumaba más gente. Portaban pancartas o una manta pidiendo justicia para su víctimas:  Fotos de Gaby, joven desaparecida, en camisetas y pancartas, con el número de celular 22 89 88 87 47, y casacas con el correo electrónico: buscamosagaby@hotmail.com
Predominaron las ropas blancas, las consignas y símbolos pacifistas: “México en paz, paz, amor y bien”, y las demandas: “La solución a una injusticia no es el olvido”, en el cartel de la familia Hákim. Así también los logos de “No más sangre”, y las citas de Gandhi: “La violencia es el arma del débil, la no violencia lo es del fuerte.”
La caminata fue ya en la oscuridad de la noche, vigilada todo el camino por policías, mientras la gente gritaba “¡Xalapa no estás sola, venimos a apoyarte!”, y los de Xalapa coreaban: “¡Xalapa se hermana con esta caravana!” La manta del comité organizador decía: “Veracruz grita: ¡Ya basta!”


Venían contingentes de diversos estados de la república, con las pancartas y carteles de sus víctimas: “Betty Cariño vive, Jiry Jaakkola vive”, “Marisela Escobedo, crimen de estado”, “Pamela Leticia Portillo Hernández, víctima de desaparición forzada, Chihuahua”. Una más, que pide la presentación del profesor Carlos René Román Salazar, desaparecido en Oaxaca.
También participaron migrantes, que han sido acosados por el Instituto de Migración en en el trayecto: “Los migrantes también estamos hasta la madre”.
Incluso de la Otra Campaña denunciaron el acoso a los zapatistas en una manta negra con letras blancas y rojas: “La guerra en Chiapas no es contra el narco, es contra los pueblos indígenas zapatistas”. Pero la demanda central fue “Alto a la guerra, no a la Ley de Seguridad Nacional. Por la paz con justicia y dignidad”.
 En el mitin de plaza Lerdo hablaron algunas de las víctimas, no todas, pero sí los casos que han tenido mayor difusión


Caso El Lencero: Falsos positivos
 expresó Janet, hija de Joaquín Figueroa: “Nos enseñaron once placas fotográficas con los delincuentes que habían abatido. Entre esas personas estaban tres personas dedicadas su trabajo, su familia su hogar, quienes nunca hicieron daño a nadie. Estamos aquí porque de las autoridades lo único que hemos recibido es desprecio. Hemos tenido la oportunidad de llegar a ellos y exigirles que nos den la información que hasta ahora nos han negado. No hemos tenido acceso a la averiguación previa, no nos han entregado sus pertenencias, tampoco nos han entregado su ropa. Nos los entregaron desnudos.”
“Venimos a decirle al gobierno que no tenemos precio, que mi familia está luchando por verdad, por justicia, que mi familia les va a dar una lección de dignidad. Venimos aquí con mucho dolor todavía, pero con más coraje. Nos mataron a un familiar, nos lo arrebataron, pero ese dolor se convierte en rabia al ver que la gente que nos atiende nos desprecia, por ser gente pobre, por ser gente que no tiene poder. Queremos justicia, que se limpie el nombre de tres personas dignas, trabajadoras, tres personas dedicadas a su hogar. Ellos venían de trabajar, los bajaron de su camioneta, los torturaron, les dieron el tiro de gracia. Y lo que nos dice el gobierno es que nuestra gente eran delincuentes, sicarios, y no es cierto.”
“Venimos aquí para que nos escuche la gente que lo conoció, la gente cercana a las familias que perdieron a estas personas, gente que sabe que no eran delincuentes. Porque del gobierno sabemos que no vamos a obtener nada. Del gobierno tenemos mentiras, calumnias. No tenemos disposición, porque cada que nos vemos nos dan una palmada en el hombro para decirnos que lo van a solucionar: Mentira. Del gobierno, lo único que hemos obtenido son amenazas, las ganas de querer comprarnos para que nos callemos, para que no le sigamos a la gente que quienes murieron ese día eran inocentes. Mi padre no era un sicario, Joaquín Figueroa Vázquez era una persona dedicada a su trabajo.”


Esther Hernández Palacios leyó un texto:
“Xalapa es hoy un manantial de sangre y lágrimas, pero sigue siendo un manantial: Un manantial de angustia y de dolor, de zozobra y de llanto, pero un manantial. Todas las familias que hemos perdido un ser querido en esta guerra indigna bebemos hoy de esta fuente que alimenta a nuestra alma. No queremos más guerra. Queremos, ansiamos, exigimos, la paz paz para nuestras casas, para nuestros hijos y nietos, paz para nuestros muertos. Créanos, escúchenos, señores del gobierno. No hay lugar en esta vacío que somos para otra cosa que no sea el dolo y es desde el dolor que les llamamos. Es el dolor lo que nos vuelve dignos y verdaderos. Les hablo desde mi desgraciada experiencia. Seis balas que hicieron veintiséis orificios en el cuerpo de mi hija Irene me arrancaron una parte de mí misma el 8 de junio del año pasado y el dolor sigue siendo tan fuerte como el primer día.”
“Mentira que las parimos completas. Algo de nuestras hijas permanece en nosotros. Algo que solo les entregamos cuando dejamos este mundo. Es la ley natural, las madres mueren antes que las hijas. Las mujeres guardamos poca cosa: la vida, llama que nos mantiene desde el origen como especie. Nunca tuve antes conciencia de esta verdad hasta que a ella, a los 26 años, me la arrancaron brutalmente. Y hoy quiero pedirles a todas las madres de México, de Veracruz y de Xalapa que como yo han perdido sus hijos, y a las que ya no los perderán, tengamos esperanza, quiero pedirles que entreguemos a nuestra tierra lo que ella nos dio: La llama de la vida, su verdad y su luz. La luz que guardamos en nuestra entraña tiene que, debe, alcanzar para alumbrarnos en esta noche oscura y debe servir para acabar esta maldita guerra y para devolvernos la paz perdida.”


Bárbara Ybarra Martínez, madre de Gaby, también tomó la palabra:
“Yo estoy aquí porque mi hija sigue desaparecida, Gabriela ya cumplió así más de tres meses y yo no sé nada de ella. Es muy difícil. Sigo buscándola. No voy a parar. Se los dije desde un principio, no vamos a parar hasta encontrarla. Vengo aquí solicitando mayor apoyo del gobierno del estado, porque los medios de comunicación no nos apoyan. Radio y Televisión de Veracruz no sirve para difundir los casos de personas extraviadas. No soy la única que tiene hijos desaparecidos y no se nos toma en cuenta.”
“Vengo a solicitar que se abran espacios, que se tengan lugares donde se puedan poner fotografías de nuestros hijos extraviados. No es posible que cuando vienen campañas políticas nos llenan todo el estado de gente que no nos interesa, y los hijos, nuestra sangre, lo más sagrado que son nuestros hijos, no les interesa.”


Ana Vera, Madre del Gilberto, uno de los dos twitteros presos:
“Me llamo Anita Vera Marcelis. Soy la mamá del “terrorista”, según las autoridades. Pero yo sé que mi hijo no es ningún terrorista ni es malo. Mi hijo da clases, es maestro, no es ninguna persona que no tenga decencia. Mi hijo quiere mucho a su tierra a su país. El añora, y me dice: Madre, estoy triste porque estoy aquí. Está detenido mi hijo y la señora Maruchi, que aunque no tengo el gusto de conocerla deseo que pronto le den la libertad, y que le quiten todos los cargos, porque ellos no son ningunos terroristas.·
“Le pido al señor gobernador que no sea injusto, que no le ponga a mi hijo una ley que no se encuentra en los libros, que él le impuso algo que no existe, que por favor le dé la libertad y reconozca que se equivocó. Se lo suplica una madre de 71 años, cansada y desesperada. Mi hijo está vivo, gracias a Dios, y a todos los que han perdido su familia les reitero mi cariño, los quiero, los amo, y se los agradezco de todo corazón, muchas gracias”.
Como en cada caso, la respuesta de la plaza llena eran gritos. Aquí, gritos de “¡Libertad!”


Además habló Mary Herrera, madre de cuatro familiares desaparecidos en el estado de Veracruz. Ella es originaria de Guerrero. Sus hijos Luis Armando Herrera y Gustavo Trujillo Herrera, junto con su sobrino Jaime López Carlos y Gabriel Melo Ulloa, fueron detenidos en algún punto en la carretera a Vega de Alatorre, el 22 de septiembre de 2010 y se encuentran desaparecidos.
Caravana pide liberar a los twitteros
Al final, Javier Sicilia fue breve. Habló del caso de los dos twitteros presos. Dijo que es un caso de criminalización de la libre expresión. Equiparó el proyecto de ley para penalizar la “alteración del orden público” con el delito de “disolución social” con el que en la época de Díaz Ordaz se criminalizó a los estudiantes que lucharon por democracia en 1968. Pidió, a nombre de la Caravana por la Paz que liberen a Gilberto y Maruchi, y que los diputados no aprueben una ley autoritaria y represiva, como la que entró a discusión.
También hizo referencia a la Ley de Seguridad Nacional y dijo que con ella se agravarían los casos como el de “los falsos positivos”, que narró Janet Figueroa. Explicó la expresión así: Las guerras necesitan presentar cifras, a los delincuentes muertos les suman civiles inocentes muertos; son los falsos positivos.
Al final, todavía la plaza esperó unos minutos para que los jóvenes escucharan a la Asamblea Estudiantil leer un comunicado sobre la represión contra estudiantes de la Universidad Veracruzana. Y aún bailaron un poco con el grupo Vecinos Nocivos. Era casi de madrugada, el mitin había sido nocturno.



Janet Figueroa en defensa de la memoria de su padre -Joaquín- y sus dos compañeros de trabajo abatidos por el fuego de las fuerzas de seguridad, federales y del estado de Veracruz, la triste tarde del viernes 17 de junio de 2011:




Esther Hernández Palacios en defensa de la memoria de su hija y yerno asesinados hace más de un año. Y la justicia sigue esperando:



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Varios pares de manos, desde distintos lugares de México, expresamos nuestro anhelo democrático. Qué cambio queremos y porqué.

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