La Re-evolución
El veinte de noviembre se recuerda el heroísmo del pueblo mexicano que no se agachó, que no se declaró "pacífico" y borrego, que no aceptó el asesinato de Madero durante la decena trágica. Se recuerda también al heroísmo del pueblo y los cadetes de la escuela naval en Veracruz que defendieron la patria contra el invasor. Se recuerda la valentía de los hermanos Serdan. Se recuerda la rebeldía de los Flores Magón. Se recuerdan a las heroicas mujeres que sirvieron de soldaderas. Se recuerdan los ideales de justicia social que inspiraban a los mexicanos de entonces. Se recuerdan a las leyes escritas en 1917 que daban a los mexicanos soberanía sobre su subsuelo. Eso y más, mucho más, se celebra el veinte.
Los prianistas quisieran que nos olvidáramos de todo esto. Quisieran que no tuviéramos conciencia histórica, que olvidáramos esta fecha, y también el 2 de julio, el 2 de octubre, el 18 de marzo, y el 16 de septiembre, y que seamos solamente consumidores de porquerías chinas o de nuevos "santitos".
Pero reafirmamos nuestra nacionalidad. Hoy volvemos a sentirnos orgullosos de ser mexicanos. Hoy cabalga otra vez el centauro y se le vuelve a cantar a la Adelita. Hoy declaramos que somos y seremos ciudadanos de una patria libre y soberana. Hoy el pueblo de México vuelve a dictar su destino.
La mañana del dos de julio México despertó. Despertó temprano, votó y se le engañó. El país está enojado, vive con incertidumbre y una buena porción de sus ciudadanos tiene ganas de pelear.
A raíz de esos acontecimientos el pueblo protestó, y los hizo fuerte, y sus consignas serán el grito que lleven en la conciencia quienes, teniendo la manera, no movieron un dedo para que nuestro país continuara su paso firme hacia la democracia y la justicia. México ya no se deja, México esta harto de injusticias, de ser pisoteado, de que no se le tome en cuenta.
Eso es lo que no comprenden los intolerantes, que aquí ya no hay nada que perder, que el campesino que grita en el zócalo ya no tiene las tierras que le heredaron aquellos abuelos que lucharon junto a Villa o Zapata, que el burócrata que levanta su pancarta con energía, ha pagado con su vista el tener un “trabajito de gobierno” el cual le remunera un sueldito “digno”, que el obrero está cansado de tener que “doblar” turno para medio cubrir las demandas económicas de sus hijos, que el estudiante que corea aquellas viejas canciones de protesta está viendo el peligro de perder el derecho a una educación gratuita, que la ama de casa está cansada de ir todas las mañanas al mercado y sobar las monedas tratando, tal vez así, de que mágicamente se reproduzcan y le alcance para ofrecer a su familia una comida sana, rica y suficiente. Por eso el pueblo no se ríe de Andrés Manuel, por eso lo acompañaron el pasado lunes y lo nombraron Presidente Legítimo de la República y le tomaron protesta.
Muy temprano, los mexicanos, comenzaron a reunirse en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México y no por locos, ni por necios y ni por ambiciosos vulgares. Mujeres y hombres libres todos ellos, aunque a otros les cueste creerlo, dieron otro paso adelante, otro paso para sostener a este gran país; la fuerza de México radica en su gente y México está lleno de gente buena y digna. Los cambios que vienen serán tan revolucionarios como los de 1910.
El engaño duele y duele mucho, el fraude es triste, tristísimo, pero éste país no se quiebra porque su gente no se raja. México despertó, más temprano que tarde, o a la inversa, pero nunca es tarde para hacer historia. El 20 de noviembre, desde muy temprano, comenzó la Revolución de la Conciencia.