El paraíso de los monopolios
La existencia de los cerrados monopolios políticos, sindicales, financieros y mediáticos, son un pesado lastre que impiden el despegue del país. Mientras graviten sobre el país será imposible acceder al desarrollo que exigen la competitividad y la globalización.
Antiguamente la razón y la escuela marcaban el rumbo de la conducta del hombre, hoy es la televisión. Los medios masivos de comunicación y las técnicas de manipulación subliminal, han logrado tal nivel de eficacia que pocos son los mexicanos que escapan a su perniciosa influencia. Son capaces de convertir la mentira evidente, en una verdad irrebatible; o de trocar lo feo en agradable y lo malo en aceptable. Millones de mexicanos creen a pie juntillas lo que ven en la pantalla chica, desde los remedios mágicos hasta la truculencia semántica del histrión patético de la Suprema Corte. Un mundo feliz, color de rosa, totalmente lejano y ajeno a la realidad cotidiana de ignorancia, miseria, hambre y abandono que padece el grueso de los mexicanos, a los que se ha robado, incluso, la esperanza.
Hablar en México de leyes e instituciones, es absurdo. La única ley es la de la fuerza. Las instituciones son instancias para dar empleo a amigos, familiares y seguidores y hacer la vida imposible a los que no piensan como ellos, a los que no alaban sus acciones ni hacen reverencia a su paso.
Principios fundamentales como el respeto y la consideración, han desaparecido de la escala de valores de los jóvenes y uno que otro adulto. Justicia, Estado de derecho, responsabilidad, son conceptos tan manoseados que han perdido sentido. El gobierno ha quedado reducido al ejercicio del poder para manejar colosales presupuestos y favorecer intereses mezquinos.
Elba Esther Gordillo, presidenta del SNTE, cobró el apoyo que dio al nuevo presidente y éste no pudo sustraerse al chantaje. Así, la posibilidad de que la educación pueda mejorar para elevar la preparación académica de las nuevas generaciones, quedó frustrada. Ni los profesores nos libramos de la abyecta corrupción de la mafia sindical, ni las nuevas generaciones accederán a una educación de calidad. Lo chistoso es que, como las hienas se carcajean cuando comen carroña, los operadores de la Gordillo se ríen de la destrucción del sistema de educación pública, al amparo del cual han vivido, nadando de muertito durante muchos años.