La ultraderecha
El señor Fox continúa emitiendo declaraciones a diestra y siniestra. Que ande por el mundo soltando sus chistecillos, no tendría mayor importancia pero su intención es echar gasolina a la hoguera de las pasiones políticas.
“Me desquité de López Obrador en las elecciones”, dijo. Y lo dijo precisamente cuando México necesita de todo el peso legal y moral para sacar adelante diversas reformas. Habló en el momento en que más daño puede hacer a su sucesor. Antes había afirmado que ganó dos elecciones: la del 2000 y la del 2006, pretendiendo que el actual presidente sólo fue un instrumento de su juego político.
Podríamos pensar que se limita a decir tonterías, pero también es posible que intente presionar al gobierno actual para que no lleve a cabo las investigaciones que la ley exige en torno a los malos manejos de la familia Sahagún o que no se revise la serie de concesiones ilegales entregadas durante su desgobierno, especialmente a banqueros y televisoras.
Felipe Calderón debería abrir los ojos y percatarse de que los partidos no son sus enemigos. Quienes están en su contra y se oponen a los cambios que signifiquen el fin de sus privilegios o el castigo a sus fechorías, son los Bribiesca, los Creel, la ultraderecha de Espino, el duopolio de la televisión, los poderes fácticos encabezados por la “maestra” Gordillo, la casta privilegiada que se apoderó de la riqueza nacional por la vía del fraude, del trinque, de la componenda, las instituciones que alegan autonomía, en fin, todas las nuevas víboras prietas y tepocatas.
En la era priísta, todos eran cómplices y cubrían sus fechorías; pero, una vez concluidas las campañas, nadie estorbaba la gestión del siguiente régimen. Algo así como muerto el rey, viva el rey. Ahora, el ex presidente y sus “amigos” están arremetiendo contra el país, buscando proteger intereses mezquinos y espurios. Fox se autonombra demócrata, pero hizo una presidencia imperial y caprichosa.
Dicen que palo dado ni Dios lo quita, Calderón se apropió de la silla contra viento y marea, ahora debe despertar, ponerse las pilas, como dicen los jóvenes, si no quiere que la bomba le estalle en las manos, debe “divorciarse” del pasado (con todo lo que representa), debe tender puentes que saquen al país del pantano en el que se hunde aceleradamente, debe recordar que no tuvo el voto mayoritario de los ciudadanos pero si ama a México como pregona, debería intentar un pacto de reconciliación nacional antes de la polarización nos lleve a un caos severo donde ya no se pueda rectificar.