Tercera
Para comprar el diario detuve el vehículo cerca del parque, cuando volvía lo vi. Caminaba con dificultad, apoyado en su bastón. Nos pidió llevarlo a su casa. Subió, también con dificultad. Partimos.
En el trayecto conversamos. Se llama Raúl. Es profesor jubilado. Tiene una pensión muy pequeña, escasa, raquítica. Para completar su ingreso se dedica a tomar fotografías, tiene una cámara digital, nos platicó. En una bolsa, junto con algunos víveres, llevaba una bolsa con fotografías, sacó algunos que nos mostró, políticos del PRI. Es la tercera fuerza política le dijimos. Todavía tienen poder nos dijo. Nos platicó que tiene dos hijos, uno es ingeniero, la otra es técnica en computación, viven en la ciudad de México, su esposa es sicóloga, no vive con ella. Vive en un cuarto que renta, nos indicó donde y en la acera lo dejamos. Mientras bajaba del vehículo, con dificultad, y tomaba su bastón, nos recomendó que nuestro hijo menor lea a Isaac Asimov. Que tenga buena tarde. Hasta luego. Seguimos.
Lo que he relatado sucedió ayer.
Antes, no recuerdo que tan antes, nos referíamos a los viejos como los de la tercera edad, ahora hay que referirse a ellos y ellas como adultos en plenitud. Saben mucho de la vida.
¿Cuántos de los hombres y mujeres ya adultos mayores en nuestro país viven solos? Muchos, pienso.
¿Porqué sus pensiones son tan exiguas? Porque este país es injusto.
¿Porqué sus familiares no están pendientes de ellos? No lo sé.
Actualmente somos un país cuya población es mayoritariamente joven. Se dice que estamos viviendo un bono demográfico. Dentro de algunos años, décadas, la fisonomía de la población cambiará. ¿Qué hacemos para cuándo seamos adultos en plenitud?
Para esa edad se requiere no sólo de una pensión decorosa, también de compañía. Seguir viviendo, sin limitaciones, con suficiencia.
¿Cuánto pueden aportar los adultos mayores al compartir sus experiencias, sus vivencias? ¿Tendremos capacidad de escucharlos?
Hay un adulto en plenitud que ha vivido entre nosotros y ya se ha hecho mexicano, Gabriel García Márquez, acaba de cumplir ochenta años. Él nos ha regalado sus memorias y dice en ellas:
La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Él la recuerda y nos la cuenta. Nos la cuenta magistralmente.
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