La Suprema Corte y Oaxaca
De las instituciones nacionales, además de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que ya hizo una serie de recomendaciones a entidades del gobierno federal, al gobierno del Estado de Oaxaca y Municipios de ese estado, ahora es la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que ha decidido formar una comisión que investigue lo ocurrido durante el conflicto que se vivió en Oaxaca en 2006 y principios de 2007 y se imparta la justicia que miles de ciudadanos han estado demandando. En su intervención en la Corte, el Ministro Góngora Pimentel ha afirmado “si bien Oaxaca ya no está en llamas, está ardiendo internamente”. Esta metáfora describe una parte de la situación, la que vive la mayoría de la población de ese Estado. No es esa la situación que vive la clase política, a quien lo que le pase o deje de pasar a la ciudadanía tal parece que le tienen sin ningún cuidado. La cuestión es que cuando un cuerpo arde internamente, puede estallar y ese estallamiento puede ser de consecuencias impredecibles. Por ello no se debe seguir pretendiendo hacer caso omiso de lo que en la sociedad oaxaqueña sigue sucediendo. Prueba de ello es el plantón que ya se instaló nuevamente en el centro histórico de Oaxaca de Juárez y lo que se pide allí, entre otras demandas, es justicia para los asesinados, para los encarcelados violando sus derechos elementales.
Qué alcance puede tener el que actúe una comisión investigadora de la Corte. Además del esclarecimiento de los asesinatos de ciudadanos, hasta ahora impunes, lo que se necesita es una investigación que identifique a los autores intelectuales de la represión de que fueron victimas miles de ciudadanos. Que se esclarezca cuál es la responsabilidad de funcionarios del gobierno federal y del mismo expresidente, del gobernador del estado y sus secretarios de despacho. Aclarado cada delito cometido, que se castigue a todos los responsables. No puede permitirse, una vez más, que prevalezca la impunidad.
La sociedad de Oaxaca, y la de todo México, necesita de concordia para poder vivir en tranquilidad, para trabajar. La única manera de ir en busca de esa concordia es que haya, en principio, justicia. Ese es el reto de la Corte.
La Corte está ante la oportunidad de dar un paso hacia la impartición de la justicia que se ha estado demandando, para iniciar a erradicar la impunidad, sobre todo esa impunidad que se da desde posiciones de poder, político y económico, que tanto daño sigue haciendo a la convivencia armónica entre los mexicanos y es uno de los obstáculos a la deteriorada democracia mexicana.
La Corte está tomando la decisión de investigar. Esperemos que lo haga bien y pronto. Es mucho pedir, también es lo mínimo que se le puede pedir al máximo tribunal de la Nación.
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