Mercenarios
En dias pasados hablE brevemente sobre la esclavitud infantil, en particular de un caso que me sorprendiO e indignO mucho, en Africa. Como bien anotaron varios companieros asistentes al blog, no deberIa sorprendernos tanto una nota asI, porque el mismo problema, con sus matices, existe en el MExico de hoy. Retomando un poco la idea, me congratulo primero de saber que ayer fueron aprobados cambios en las penas establecidas para quienes estEn implicados en cualquier tipo de abuso infantil. La pregunta es: bastarA la voluntad ciudadana, la loable (aunque tardIa) iniciativa legislativa y el seguimiento de los medios para combatir a tan denigrante ilIcito? Mi primera impresiOn, dadas las condicines actuales de desarrollo social y humano en nuestro paIs, es de que no. Pero porquE?, porque hay un valor muy poderozo que ha venido trastocando las bases de convivencia y desarrollo de nuestro paIs: el valor del dinero, y es que es el dinero el que ha venido encumbrAndose desde hace dEcadas, y mAs notoriamente en los Ultimos anios, como Unico medio de intercambio ya no sOlo de bienes y servicios, sino de voluntades, justicia, privilegios e impunidad. La mera voluntad no puede nada contra un sistema definido desde arriba y desde afuera, con un Estado que parcialmente se beneficia de ello. No se puede ser juez y parte de un proceso de mejoramiento social cuando esta acciOn afecta a los intereses de quienes se encumbran, viven y definen al Estado, mucho menos cuando esto se hace por encima de la voluntad ciudadana, pero amparados en ese valor denigrado por una parte y deificado por la otra, que es el dinero mismo. SOlo un loco creerIa que puede castigarse a sI mismo por una acciOn intencional. En una sociedad diseniada para que unos cuantos vivan y sean duenios de todo lo comercializable, no puede decirse que "hay manzanas podridas en la canasta", el problema es mucho mAs complejo y dificil de resolver, pues su delicuencia, la impunidad que la cobija y la ineficiencia de su aparato judicial e "instituciones" van de la mano y surgen de su definiciOn misma. La construcciOn de este paIs en las Ultimas tres dEcadas, con el rumbo al que se le ha llevado de manera cuasi irreversible y a contracorriente de las mayorIas, sOlo tiene un logro ya muy visible, a juzgar por la militarizaciOn gradual del sistema: ha incrementado tanto la brecha que separa a ricos y a pobres en el cIrculo social, que ambos grupos se reencuentran en sus extremos conectados, no para reconocerse y colaborar, sino para enfrentarse en diversas modalidades de convivencia de descomposiciOn: delinquiendo, abusando o reprimiendo. Cada grupo pues se ha ido convirtiendo poco a poco en mercenarios, unos, por el interEs de incrementar sus riquezas a costa de lo que sea, otros, por la necesidad de sobrevivir, dispuestos tambiEn a lo que sea.
Vivir en un pais de mercenarios no puede ser sino trAgico, es la antesala de la descomposiciOn total, del desconocimiento absoluto del otro, de la indiferencia
alegre al derecho del otro, del abuso cInico de la dignidad del otro, del desprecio inmisericorde por la vida del otro.