Abuso infantil
En días pasados publicaron en los medios locales la historia de un niño de cinco años al cual su padre le había cercenado las nalgas con un machete, le sujetaba pies y manos con esposas, le introducía el cañón de una pistola y navajas los cuales le destrozaron el ano.
Como supondrán la noticia causó revuelo e indignación y sacó a la luz la urgente necesidad de que los organismos dedicados al cuidado infantil lleven a cabo seguimientos y aplicaciones reales de sanciones y penas más severas en los delitos a los menores de edad.
Esa noticia tocó las fibras de mi corazón pues en la investigación posterior salió a relucir que el niño era huérfano de madre, que la abuela y tías estaban peleando su custodia desde hacía tres años, es decir, en cuanto murió la madre.
Como había comentado hace tiempo, desde hace un año estoy en un proceso de adopción y en lista de espera. Se me hizo muy cruel pensar en la vida que llevó esa criatura porque la ley da a los padres todo el poder sobre los menores pero sin dar el adecuado seguimiento, a menos que exista alguna denuncia, como fue en este caso, nadie vigila la conducta, los cuidados y obligaciones de los padres de familia, dejando a los menores a la completa merced de una sociedad de “adultos” que, en algunos casos, tienen severos problemas mentales y terminan por cristalizar en los niños las mas horrendas fantasías que pululan en sus mentes enfermas.
Urge una reforma seria, consensuada, sin arreglos de los mismos legisladores que, como sabemos, están en contubernio con las redes de pederastas, además de que algunos han recibido serios señalamientos de que se encuentran directamente involucrados en esa clase de comportamientos.
También se debería tratar de revisar los tiempos en los procesos de adopción ya que, en algunos casos, he sabido de personas que se desesperan y optan por hacer “arreglos” detrás de la ley con las consecuencias que todos sabemos, robo de infantes, trato de vientres sustitutos, etc.
Concluyo con una frase de Albert Einstein: “El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad.”
Sigamos presionando desde todas las trincheras por lograr un cambio verdadero, efectivo y de fondo en nuestro país, que la ley de aplique sin distinción alguna tal cual reza nuestra Carta Magna y, sobre todo, no dejemos de SER HUMANOS con los desvalidos y débiles.