Esta semana se presentaron dos libros en Madrid: La semilla del mal, de Pierre Schori, y La ruptura que viene, de quien esto escribe.
El político y diplomático sueco es el heredero del iluminado socialista Olof Palme y le correspondió vivir, en tanto embajador de su país ante la ONU, los años más perversos de la administración Bush. Su obra es un recuento informado e implacable de los destrozos históricos originados en el “Proyecto para la nueva centuria americana” de 1998.
El primer evento, celebrado en el Círculo de Bellas Artes de la calle de Alcalá, fue motivo de un debate animado por Juan Luis Cebrián. Hubo coincidencia sobre los orígenes y dimensión de la crisis global, pero también incertidumbre en torno a lo que viene. Pareciera que las únicas realidades palpables son el cambio de liderazgo político en EU, la dilución de los paradigmas de la dictadura del mercado y el arribo a una sociedad mundial multipolar. El resto es silencio.
Respecto a la paz y seguridad internacionales, resultó evidente que es necesario abolir los dogmas. No será posible referirse al “terrorismo” desvinculado de sus génesis más inmediatas: cinco décadas de ocupación de Palestina, tres de invasión de Afganistán, la injusta ocupación de Irak y la amenaza contra Irán. Valoramos la promesa de Obama de que EU no importará hidrocarburos dentro de 10 años, lo que significaría la abolición de las guerras petroleras y el estreno de una esperanza ecológica. Igualmente, la disminución de los flujos internacionales de comercio.
Se reconoce un impulso europeo a favor de un nuevo Bretton Woods, pero no se aprecia un diseño correspondiente a los requerimientos de una sociedad global. Una cosa es salvar y equilibrar la economía de las naciones centrales —como en 1944— y otra rescatar a un planeta asolado por todas las plagas. Frente a las iniciativas de Brasil, India, China y Sudáfrica, la reacción liliputiense de México pareciera confirmar su adhesión colonial: una Alaska del sur, con su versión pintoresca de la señora Palin.
A semejanza de las negociaciones económicas globales —1981-1984— frustradas por la implantación del modelo neoliberal, pareciera indispensable: un arreglo financiero y monetario de largo plazo del que fuesen garantes todos los interesados; un plan mundial para la transición energética y el progreso sustentable; y reorientar el comercio al desarrollo compartido. Todo ello bajo la égida de las Naciones Unidas y mediante la reconstrucción de los estados de la periferia, devastados por la corrupción, la insuficiencia y el cáncer de las privatizaciones.
Durante la presentación de mi libro en la fundación Ortega y Gasset, el diálogo se concentró en el microcosmos aleccionador de México. Tras una introducción generosa de Ludolfo Paramio, profesores y estudiantes transitaron de sorpresa en sorpresa. De la esperanza colectiva desatada por la alternancia en el poder a la decepción generada por la rapiña de una clase dirigente indigna de ejercerlo. De la profunda regresión por la violación del orden democrático a la ilegitimidad de un gobierno quebradizo que cede a las presiones de sus adversarios históricos y coopta sin escrúpulos a la ralea de las izquierdas advenedizas. De la promesa solemne de reformar las instituciones públicas a la avidez insensata por corroerlas.
La reforma energética fue debatida y esclarecida. Más allá de las 12 palabras que hubiesen permitido un acuerdo político honorable, la negativa recurrente a enfrentar los problemas esenciales planteados: el destino productivo de la renta petrolera, la suficiencia fiscal del Estado y la reconversión científica y tecnológica, que nos abrirían la ruta para una economía moderna. En vez de ello, el horror a la rendición de cuentas y el encubrimiento de los responsables del pillaje, así como la entrega de una empresa nacional reforzada a quienes la envilecieron y a quienes encarnan el proyecto privatizador que la nación ha rechazado.
Por encima de todo: la simulación. La vesania mediática, el linchamiento cobarde y el burdo reparto del pastel. En el exceso, una voz trepadora acusó a las conciencias disidentes de “buscarles chichis a las víboras”. Olvidó que vegeta en el huevo de la serpiente y no le alcanza concebir que la imaginación del mundo está empeñada en encontrar glándulas mamarias a los ofidios, y si pudiera, leche a las galaxiasAhí, en una o dos de las siete nuevas leyes petroleras estaba, desde el inicio de la negociación en comisiones del Senado, el escollo para la discordia que dio al traste con el consenso de aceptación programado. Muchos no lo vieron o no pudieron apreciar la magnitud de los designios que contiene la que se puede nombrar como entreguista ventana. Y no se pudo analizar con el debido cuidado porque, misteriosamente, el inciso que se buscaba prohibiera expresamente que hubiera exclusividad en los bloques había desaparecido del texto final que se aprobó con gran despliegue de firmeza y rapidez.
El mismo grupo de intelectuales y expertos en defensa del petróleo no dimensionó dicha ausencia con precisión. Tampoco se hizo dentro del FAP o del propio gobierno legítimo (indians included, dicho que encubre la primera persona del singular). El punto neurálgico que inclina desfavorablemente el balance para aceptar la reforma petrolera es muy concreto. En él se encierra lo que con el tiempo y muchas mañas será una versión revisada de los contratos de servicios múltiples (CSM). La fórmula original de negocios (bajo controversia ante la SCJN) que se aplica en la famosa cuenca de Burgos (CB), región lindante con EU donde se extrae el gas no asociado con aceite.
En ese espacio norteño la pasada administración de los gerentes que impuso Fox (imposible olvidar a ese seudo ranchero rencoroso que aún intenta inocular con más trampas rabiosas a su hipócrita partido con miras a 2009) encontró el modo de colar a las empresas extranjeras en una lucrativa actividad reservada en exclusividad a Pemex.
Hoy día, en la CB las trasnacionales llevan a cabo, en un territorio (bloque) bien delimitado, su tarea de dar una buena tarascada a la renta de los hidrocarburos. Y esa exitosa fórmula de entrega es la que se piensa extender, con el sigilo, las maniobras actualizadas y el tesón de los administradores de Pemex, a los trabajos para explorar y extraer petróleo en varias partes del territorio nacional.
La variante de los CSM que podrá firmar Pemex la reservan para las aguas profundas como su destino principal, pero puede ser extendida al problemático paleocanal de Chicontepec o a otras regiones donde existan depósitos de crudos y gas. Al aplicar tan discreta fórmula contractual, pues no está específicamente prohibida en la regulación aprobada, amplias zonas del territorio podrán ser coto privado de empresas que tengan la capacidad tecnológica y financiera para llevar a cabo la exploración, perforación de pozos profundos o complicados y de extraer el crudo y gas de sus ancestrales recintos. Así, el propósito privatizador de la íntima alianza del PRIAN se pudo esconder sin tanta alharaca, a no ser por la decisión popular de continuar la resistencia pacífica. No sólo se piensa desincorporar buena parte de la industria petrolera (la extractiva), sino que serán empresas extranjeras las que, en la práctica, realicen los trabajos. Son, por ahora al menos, las únicas que califican para dichas tareas. A las nacionales les quedará un lugar segundón como subcontratistas menores y subordinadas.
Al develar el subterfugio, el movimiento en defensa del petróleo se apega a su razón de ser, pues nace de las entrañas del ánimo nacionalista y el espíritu soberano de la mayoría del pueblo de México. De esa porción de la sociedad que pretende darse a la tarea de construir, con los propios recursos e igualitario beneficio, su futuro. Poco importa el alud difusivo desatado en su contra desde el poder establecido y que, con generosidad e iracundia, cumplen sus emisarios de ocasión. El futuro operativo de la paraestatal irá confirmando lo que se quiso evitar con la inclusión del texto que prohibiera la celebración de contratos de servicios concurrentes para una sola empresa y asignar áreas exclusivas para llevar a cabo las tareas encomendadas.
La personalización de los ataques por la continuidad de la protesta ha sido brutal. AMLO ha cargado con las denostaciones, la condena y hasta el franco insulto que disparan los críticos al servicio del oficialismo. Columnistas rabiosos han descargado un cúmulo de adjetivos difíciles de igualar por otro actor del ámbito político o social. Diarios enteros, programas radiofónicos de comentario y hasta espacios noticiosos empeñados en cuestionar el liderazgo, la conducta, las supuestas motivaciones y hasta la sanidad mental de López Obrador. En ninguna de tales instancias difusivas cabe la posibilidad de que AMLO sea empujado por, aunque sea, una mediana preocupación por salvaguardar los bienes públicos como es el petróleo. Menos aún preservar bajo control del Estado la que ha sido y puede volver a ser palanca del desarrollo nacional. No pasa por la mente achicada de tales monaguillos (muchos de la peor calaña del ámbito comunicativo) vislumbrar el menor rasgo de buena voluntad y el deseo de enderezar el torcido árbol de la política. Cerrar el contratismo, buscar alternativas para un rápido crecimiento interno de la economía es un renglón ajeno a sus simples juicios, inexistentes por completo en sus repetitivas pujas cotidianas.
La cadena de vituperios se concentra alrededor de la imperiosa incapacidad de AMLO para celebrar un efímero y cuestionado triunfo que muchos quieren, necesitan, buscan afanosamente para su maltrecha seguridad y entereza. Se le ordena abandonar la protesta, dejar el protagonismo mesiánico que, como ecos simultáneos, le achacan. Imposible aceptar el móvil popular, la defensa de la economía de las empobrecidas masas, tan maltrecha por estos días de crisis globales y autoridades acalambradas. Es materialmente imposible solicitar a estos hombrecillos de corta inteligencia y anchas ambiciones que agranden sus miras, que amplíen horizontes para que puedan visualizar lo que en realidad sucede. Sus incontenibles fobias, rencores recurrentes o sus destartaladas talegas de vanidad e intereses se los impiden. Allá ellos. El movimiento para la transformación de este país seguirá adelante hasta con tales personajitos de colección adentro.
¿Qué conviene a México, seguir exportando crudo e importando gasolinas o desarrollar una cadena productiva?
El Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo ha obtenido un triunfo parcial al incorporarse a la reforma aprobada en el Senado de la República varias de sus propuestas, lamentablemente para el país, no todas. Éstas fueron elaboradas por un grupo de intelectuales, científicos y expertos en temas energéticos. El Frente Amplio Progresista las hizo suyas y sus legisladores las presentaron al Congreso de la Unión. Escribo estas líneas cuando está pendiente el proceso legislativo en la Cámara de Diputados. El Movimiento sigue insistiendo en que sus propuestas queden en las leyes que se están reformando, muy enfáticamente lo relativo a no permitir que se otorguen contratos para la exploración y explotación de yacimientos petroleros en paquetes a empresa privadas, que tampoco se apruebe lo relativo a los bonos ciudadanos propuestos por el jefe del poder ejecutivo federal, ya que sí Petróleos Mexicanos –Pemex- es de todos, no es aceptable que unos cuantos puedan ser tenedores de partes aunque fueses mínima, de su capital, porque eso es un bono. Por ello la gente sale a la calle, no porque le guste la oposición a ultranza.
Desde la década de los ochentas del siglo XX se ha seguido la política de altas exportaciones de petróleo crudo, extraído de nuestro subsuelo o debajo de las aguas del Golfo de México y enviado al exterior. En este año los precios se elevaron más allá de lo previsto y al igual que en años anteriores se han obtenido recursos adicionales por su exportación sin que eso signifique una mejoría de la economía nacional y por lo tanto de la calidad de vida de los mexicanos, la mayor parte se esos recursos se han dedicado, especialmente en el sexenio anterior, al gasto corriente del gobierno, no a la construcción de infraestructura que permita mejores condiciones para el desarrollo, también se han dedicado buena parte de esos recursos a los gobiernos estatales que lamentablemente los han utilizado más para la promoción personal de sus titulares y no para programas de educación o salud que sería cuestiones básicas a resolver y que a la larga son mejores para la gente.
No conviene seguir esa política de exportación de crudo. Lo que conviene es transformar en nuestro propio suelo el crudo en combustibles para el transporte y la industria. Se puede señalar que ante la crisis de los EE UU, que ya ha impactado a la economía mexicana, el gobierno ha rectificado y ha anunciado que se construirá una refinería. Se escuchan en la radio cientos o miles de spots repitiéndolo. No solamente se requiere de una nueva refinería. Los expertos que participaron en el debate petrolero que organizó el Senado explicaron que se requieren de al menos dos refinerías que se agreguen a las seis existentes. Al entrar en vigor la reforma a Pemex, éste tendrá autonomía para decidir sus operaciones, entre lo que tiene que decidir es dónde ubicar la refinería nueva. Ya existen en Cadereyta, Nuevo León; Salamanca, Guanajuato; Madero, Tamaulipas; Tula, Hidalgo; Minatitlán, Veracruz y Salina Cruz, Oaxaca. Con este mapa se puede pensar que se requieren de nuevas refinerías en la región del pacífico centro y norte. Ya varios gobernadores están haciendo cabildeos para esa nueva planta industrial. Un primer ejercicio del Pemex renovado, con la reforma ya vigente, es decidir con un criterio técnico económico dónde ubicar su nueva refinería y decidir sobre la construcción de otra más al menos. No más influencia nociva en la industria petrolera. Lo escrito viene al caso porque el ex secretario de energía, ex candidato presidencial y actual senador Francisco Labastida dijo en una entrevista televisiva que él recordaba que al menos tres directores de Pemex habían tomado decisiones en contra del interés nacional. Así lo dijo el actual presidente de la Comisión de Energía del Senado de la República en entrevista con Carmen Aristegui en CNN el 21 de octubre, evadiendo la insistencia de la entrevistadora, no dijo los nombres de esos ex directores.
Volviendo la cuestión de la exportación del crudo. No conviene exportarlo, aunque fuese muy caro. Lo primero que hay que resolver es la situación de las reservas. Se sabe que las reservas mexicanas probadas de crudo dan, al mismo ritmo de explotación actual, para nueve años más. Por ello lo que se requiere de inmediato son trabajos de exploración para definir qué otras reservas de las probables pasan a ser probadas, es decir que se tenga la certeza de que están en nuestro subsuelo continental o debajo del mar para poder contar con ellas en los escenarios de la explotación futura. Y es éste uno de los puntos que el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo insiste en que no deben participar empresa privadas, nacionales o extranjeras, salvo para la provisión de equipo y tecnología, no para participar en la acción directa que corresponde exclusivamente a los mexicanos, específicamente a Pemex. Conviene transformarlo, el petróleo crudo, en combustible para la industria y el transporte, ya que no se tendrán en lo inmediato otros tipos de energéticos sustitutos, para el desarrollo de las fuentes que generen estos de requiere de más tiempo. La disponibilidad actual es muy limitada, tanto la de paneles solares como de aerogeneradores, y de éstos no se puede esperar en lo inmediato capacidad firme, el viento no tiene palabra, simplemente sopla o no, y al no haber viento no hay energía que transformar.
Hasta que se tenga la garantía de contar con el petróleo necesario para satisfacer las necesidades de los próximos años, veinticinco o más es un buen horizonte, no debe extraerse crudo indiscrimidamente para la exportación. Cuando se tenga esa certeza y se cuente con alternativas energética viables, especialmente para el transporte y la industria, se podrá intensificar la explotación del crudo, no para exportación, sí para su transformación mediante la petroquímica como parte inicial de una cadena productiva. No conviene exportar crudo, sí conviene exportar productos elaborados para su uso final. Esto desarrollará la industria nacional, creando los empleos que muchos mexicanos demandan y obteniendo para el país mayores divisas. A este respecto ya existe un mandato legal que Pemex tiene que cumplir, lo establece el artículo 4o bis de la reformada Ley Reglamentaria del Artículo 27 en Materia de Petróleo, éste dice:
La situación mundial del petróleo se hace más crítica. Las reservas en el mundo se van agotando. Dos terceras partes de éstas están en Medio Oriente. La mayor demanda de hidrocarburos va cambiando. China e India están elevando a un ritmo fuerte sus consumos, desplazarán respectivamente a EE UU y Japón en su gasto. Un buen negocio para México puede ser el intercambio de petróleo ya procesado por tecnología, ya que se le incorpora valor al transformarlo, se generan empleos, se gana.
Es previsible que el precio del petróleo se mantenga alto y se incremente más su precio en el futuro. Por ello nuestro país que es productor de este recurso no debe exportarlo sin tener la certeza de que seguiremos contando con él en el futuro inmediato y a mediano y largo plazo. Es una fuente de divisas, sin embargo una parte importante de ellas se van por la importación de gasolinas que ya llega al 40% del consumo nacional. Es mejor producir aquí esas gasolinas que importarlas.
Seguir vendiendo el petróleo crudo exportándolo es un error. En el futuro que no tenemos resuelto podemos carecer de hidrocarburos e importarlos nos costaría mucho más. Lo lamentaríamos. Ese escenario debe evitarse.
La reforma petrolera tan discutida y ya aprobada por el Senado, no será la última que se haga, sin embargo su aplicación marcará el uso de nuestros hidrocarburos en lo inmediato. Por ello, lo que no se logre ahora, sí fuese el caso, ya habrá oportunidad para lograrlo. Recuerdo un fragmento de un poema de Mario Benedetti “… y las victorias llegarán despacio, como siempre han llegado todas las victorias”.
La primavera, el verano y el otoño de 2008 ya están en la historia reciente de las luchas del pueblo mexicano por un mejor futuro. En esta ocasión por el petróleo. Miles, millones aspiramos a contar con una industria petrolera que sirva al interés de la Nación. Por ello salimos a las calles, a las plazas, nos expresamos en los medios, creamos medios para expresarnos. Recordamos en esta lucha la de anteriores generaciones de mexicanos que también lucharon por sus anhelos. No es el fin. Es un nuevo principio. La vida sigue.
Bibliografía recomendada:
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("La Jornada", 23 Octubre 2008)
Los panistas, incluyendo a los usufructuarios de Los Pinos, están convencidos de que la sociedad es mayoritariamente conservadora y que, por lo mismo, apoyará sus iniciativas y sus políticas sin chistar. Es cierto y no.
La gente en general es conservadora, pues teme a los cambios. El más vale malo por conocido que bueno por conocer es un dicho popular muy arraigado, hasta que se trata de la vulneración del interés de las personas o de quitarles lo poco que tienen. Cuando las políticas públicas y las decisiones de alto nivel afectan a las personas éstas se defienden, sobre todo cuando tienen poco que perder y cuando ese poco es su único patrimonio. Los gobernantes, sin embargo, no lo quieren ver así y rápidamente mueven a quienes todavía son más conservadores (las clases medias, por ejemplo) para, según ellos, contrapesar los movimientos populares defensivos y presentarlos como subversivos, desestabilizadores y víctimas de políticos demagógicos sin escrúpulos que ponen en duda la bondad de las instituciones y la sabiduría de quienes pretenden gobernar el país.
Cuando a los gobernantes no les salen bien sus cálculos y las respuestas sociales los rebasan, usan la fuerza pública, federal y estatal, con la intención de someter y de acabar (si fuera posible) con esos movimientos. Son tan torpes que no se dan cuenta de que con sus acciones intimidantes y represivas lo único que logran es que las contradicciones se agudicen y que las instituciones –que se supone fueron creadas para atender a la población– sean, más que cuestionadas, enfrentadas o, en el mejor de los casos, esquivadas como quien se aparta de un perro con rabia.
Los verdaderamente subversivos no son los que levantan la voz para defender lo suyo, lo que les llevó años conquistar, lo poco que han ganado. Son los gobernantes miopes, sordos y, por si no fuera suficiente, bisoños. Éstos son los subversivos porque queriendo gobernar lo que hacen es querer imponer lo que sus “sabios tecnócratas” acordaron desde sus oficinas como políticas de gobierno. Sacuden el avispero, como han hecho con el crimen organizado, y luego se quejan de que las avispas los piquen. Y en lugar de reconocer que lo hecho ha sido improvisado, sin planeación y sin prospección, dan más palos a diestra y siniestra y, para colmo, se sienten muy satisfechos si entre tantos palos que afectan a gente inocente caen el suelo una o dos de las avispas que supuestamente querían combatir. Con los profesores de Morelos han hecho lo mismo y todo este alboroto que han provocado obedece a la terquedad de sostener un pacto espurio con una dirigente ídem sólo porque ésta le ayudó a tener más votos que los merecidos. El resultado ha sido aumentar el número de muertos y heridos a la trágica suma de los muertos y heridos que ha provocado la improvisada e irresponsable lucha contra narcotraficantes, asaltantes y secuestradores, que, dicho sea de paso, siguen haciendo de las suyas y van en aumento como diciendo “sí, pues ahora verás”.
Son tan torpes que sólo les falta echarles la culpa a los ahorradores por la crisis económica, y si no se hubiera inventado El corralito en la Argentina de Fernando de la Rúa, que fracasó estruendosamente y provocó la caída del gobernante de ese país por un movimiento social sin precedentes, ya estarían llevando a cabo una medida similar. (El corralito, para quienes no lo recuerden, fue una medida económica que impedía a los ahorradores disponer de su dinero depositado en cuentas a plazo fijo, corrientes y en cajas de ahorro. La idea era proteger a los bancos obligando a la gente a no sacar su dinero.)
La apuesta de los gobernantes, de facto y legales, emanados del PAN, es al cansancio de la gente de a pie, al temor de quienes han sobrevivido a la muerte de sus parientes o amigos, al olvido de quienes ya recibieron algo más que promesas, al conservadurismo de millones que no han entendido (todavía) que ahora son los maestros organizados en la disidencia y mañana otros, tal vez ellos mismos por otros agravios impuestos desde las cúpulas políticas que, para lesionar al pueblo, no les falta imaginación.
Pero, además, los panistas son malos apostadores. Apoyaron a Marín en Puebla y a Ruiz en Oaxaca, con el objeto de que esos gobernadores los apoyaran en la elección presidencial de 2006. Recibieron apoyos, cierto, pero no tomaron en cuenta, como buenos ingenuos que son, que lo único que hicieron fue defender al PRI pensando que la alianza con este partido les beneficiaría a la larga. Qué equivocados. Lo verán en la elección de diputados federales de 2009, como ya lo están viendo en la posición de los priístas sobre la reforma energética: le dieron la espalda a la iniciativa de Calderón, lo chamaquearon para decirlo en términos científicos. Y todavía falta el cobro por haberse aliado con Elba Esther, vista por los del tricolor como una traidora sólo fiel a su arribismo sin paralelo.
Además de bisoños, los panistas son cortoplacistas y creen que con un matamoscas en la mano van a gobernar… ahora y por muchos años más.
Buenos dias. Nuevamente transcribo un texto de Porfirio Munioz Ledo, publicado hoy en
"El Universal". Espero se deleiten con su lectura, tal como lo hizo un servidor.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------Se ha vuelto axioma que el poder corrompe, pero se olvida que también confunde y marea; que cuando su titular carece de asideros intelectuales o de sustentos reales produce vértigo. Es regla que en los sistemas de tradición autoritaria el verdadero carácter del jefe se desnuda, amplifica y proyecta —de modo benéfico o catastrófico— sobre la sociedad.
La institucionalización de los regímenes, el talante democrático y, sobre todo, la rendición de cuentas sirven para frenar la pendiente despótica del mando sin controles. Un buen termómetro de las transiciones es la transparencia de los actos públicos y la aptitud para el diálogo de los gobernantes. La abolición del capricho como razón de Estado y el destierro del doble lenguaje como norma disolvente de los valores republicanos.
El ejercicio cotidiano de Calderón es un cultivo de patología política. Sostiene el sicoanalista Andrés Tovilla que la frase “haiga sido como haiga sido” revela un “alto nivel de ilegitimidad” y la prueba de que “pueden cometerse acciones ilícitas”, lo que conduce a una “identificación con el paradigma de la impunidad”. Parecería además una ruptura entre la “apreciación grandiosa de sí mismo y lo que observan los demás” que configura “una conducta narcisista guiada por percepciones paranoides”.
El mundo se convierte en “una vivencia antipática” y se agudiza “el desinterés por lo que sienten y piensan los otros”. Surge la combinación entre una “sensación de poder absoluto” y la expectativa de ser traicionado, “la suspicacia constante y la visión del adversario político como enemigo maligno”. La “idealización excesiva” de sí mismo “conlleva la devaluación de los objetos que la desmienten”. Ante el fracaso, “depresión y paranoia suelen unirse para amenazar al Yo”.
Según el autor, “el delirio de grandeza se origina cuando el narcisista se ve obligado a compensar un fuerte sentimiento de inferioridad”. Tal, el arribo a una responsabilidad desproporcionada con las capacidades del sujeto. Recordando a Freud: “Frente a la evidencia de la realidad responde con gestos de autoafirmación” y los mensajes de peligro que percibe son transformados en “la encarnación del mal”.
Botón de muestra fue la detención arbitraria del joven Andrés Leonardo Gómez por haber proclamado la ilegitimidad del Ejecutivo, a cuya conclusión llegó con base en los estudios que merecieron su premiación. Se trata de un talento matemático con pasión por la verdad. Ha escrito: “No quiero ser pasivo ante el acontecer social: el hecho de que no ha habido una sociedad equitativa, democrática y respetuosa de la diversidad humana no implica que no exista un modelo social que lo cumpla, sino que no se ha descubierto; la idea es descubrirlo”.
Perdió Calderón una oportunidad más para el diálogo inteligente y nos envió a todos un mensaje amenazante. Según Marcela Gómez Zalce: “Que cualquier manifestación en contra de la persona de Felipe será sancionada, corregida, castigada o censurada”. Lo que está ya ocurriendo en diversas direcciones: la represión en tanto vitamina sicológica para el habitante de Los Pinos.
En el contexto del grave aniversario del 2 de octubre varias han sido las advertencias. Miguel Ángel Granados Chapa afirmó —en presencia del Ejecutivo— que “como inexplicable hierba envenenada, crecen las tendencias al autoritarismo, a la criminalización de la protesta social, a la guerra sucia no enderezada sólo contra los opositores del régimen sino contra ciudadanos en reclamo de sus derechos”.
El editor internacional de Newsweek nos recuerda que “la legitimidad es la que da el poder y no a la inversa”. Aquélla es “el consenso social sobre los fundamentos de la autoridad” o “la aceptación general de la obediencia debida conforme a la ley”. Aunque el espurio se vista de caqui, espurio se queda.
En tiempos de derrumbe financiero y desenfrenada violencia criminal, templanza y grandeza son imprescindibles para la conducción política. Necesitamos encontrar quién las tenga y sepa dar prueba de ellas.
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